Ya todos sabíamos que Andrés estaba flechado. Llegaba flotando a la oficina con una cara de ponqué con helado que no podía con ella. Hasta podría jurar que lo empezamos a ver más flaco. «Esa mujer es candela, tengo que tomar mucho redbull», nos decía sonriendo el muy desgraciado. Él se quedaba en casa de Angélica cada que podía, es decir, a cada rato.
Previously on Le pasó a un amigo: Andrés conoció al nuevo amor de su vida. Era una mujer increíble, cuerpo maravilloso, piel suave, olor irresistible, rostro de modelo. Una rubia divina, tanto que él nunca creyó que ella le prestaría atención. Después de varios coqueteos, él logró convencerla de recibirlo en su casa un viernes a media noche. Ella estaba en pijama y él estaba derretido. Un poco charlaron y mucho coquetearon hasta que, gracias al tequila, ella se decidió a encerrarlo en su habitación a jugar “tenis”. Sin compromiso: se acaba el partido, se despiden y se van. Como en Friends with Benefits. La película.
Las historias completas las encuentras en “Le pasó a un amigo: La tenista” y “La tenista 2“.
Claro, originalmente la idea era jugar un partidito y ya. Unos cuantos sets para liberar ese estrés que da el no hacer “ejercicio” en mucho tiempo y despedirse sin más. Pero como que a ambos les quedó gustando el tenis porque siguieron coqueteándose por redes sociales. En público y en privado.
En Twitter los mensajes directos eran muy directos, aunque en los públicos disimulaban un poco. Andrés nunca fue un tipo convencido (quizás eso le hizo perder un par de oportunidades) y por eso mismo sabía que con Angélica la cosa era simple: a lo que vinimos vamos. Aunque en el fondo soñaba con eso que parecía estar sucediendo: ella le copió, aún después de esa noche de copas esa noche loca.
Angélica soltaba tweets al aire, sin mención, en los que decía estar feliz, que tenía sonrisa que no se le borraba, hablaba de su caballero en brillante armadura, de aquel que por fin la rescataba… mejor dicho, el tipo no se cambiaba por nada.
Ella no solo era increíblemente atractiva sino que era romántica y pila. Mejor dicho, el paquete completo.
Andrés no cabía de la dicha. De tanto ir a visitarla y salir a altas horas de la noche, la tía de Angélica empezó a sospechar que eran algo más que amigos, pero eso no parecía importarle a Angie, que era de una familia de esas tradicionales y tradicionalistas. Familia de apellido con alcurnia, que llaman.
Luego llegó el viaje de Angélica a Nueva York, donde se iba a encontrar con la hermana (¿recuerdan que les conté en la parte anterior? Si no, pues lean, que se les dijo). Para Andrés eso fue el final de todo.
—Esa vieja se va y se olvida de mí, a mí me tiene de parche. Ella regresa y yo ya no existo. Apostemos.
—Marica, ¿y qué tal que no? No sea tan pesimista, de pronto hasta le traen su regalito gringo.
—No me joda, no me quiero ilusionar. Me ha pasado tantas veces que luego de que pasan vainas se pierden. Ya prefiero no creerme nada.
—Aaaaaaay, quieto Nacho Vidal. ¿Solo lo quieren por sexo? Jajajaja.
—¿Y yo que hago si ellas no notan que soy más que un pedazo de carne? Más que una cara bonita.
Pues en contra de todos los pronósticos, cuando volvió, Angélica llegó directo a verlo. De hecho, estando allá le dio a Andrés fecha y hora de regreso.
—Pero no le digas a nadie, Andresito, que varios amigos se ofrecieron a recogerme y yo les dije que no. No les dije cuándo llego porque no me quiero ver con nadie. ¿Vas tú por mí?
— PUESCLAROOOOOMIAMORRRRRR Claro Angie. Dime cuando y paso por ti, no hay problema 🙂
Pues sí señores que allá fue a recogerla, poco antes de medio día. Cuando la vio venir, impecable como siempre, llegó en un vestido blanco divino, lentes oscuros, espectacular, parecía un ángel.
Le dijo a Andrés que venía rendida así que necesitaba ir a dormir un rato, además porque la hermana llegaba esa noche y quedó en recogerla. Hablaron muy rico en el trayecto, ella le contó varias cosas de su viaje y hasta le dijo que lo pensó mucho. Y no parecía decirlo por cortesía. Finalmente llegaron al apartamento de Angélica.
—Bueno Angie, espero que descanses un montón, debes estar súper mamada.
—¿Cómo así? ¿No te vas a quedar? 🙁
—¿GUAAAAAAAAT? ¿¿¿QUEDARME??? HÁGAME CAMPITO QUE YO ME LE ARRUNCHO COSITA RICAAAA. ¿En serio? Pensé que querías descansar del viaje, dormir y eso.
—Claro que quiero, Andresito. Arrunchada contigo seguro voy a dormir muy rico.
— DIOOOOSSSSSSPORQUENOMEMORICHIQUITOCARAJOOOOOOOO. Dale, Angie. Me convenciste. Me encanta el plan.
Entraron al apartamento, ella se puso una pijama de pantalón largo y saquito –estaba haciendo un día muy frío, como suele pasar en Bogotá– y se metió a la cama. «Andresito, métete conmigo. Quítate ese pantalón y quedas más cómodo». Él se quitó el pantalón en cero coma dos, cual striper profesional, y se metió con ella en la cama. Por supuesto ella estaba absolutamente agotada porque tan pronto se le recostó en el hombro quedó dormida. Él se sentía en el paraíso mientras le acariciaba el pelo, que según Andrés olía a lo que debían oler los ángeles. Los del cielo, o sea.
—¿Cómo así? ¿Se le durmió y no hicieron nada?
—Marica, uno puede tirar con mucha gente pero no se arruncha con cualquiera. Y más que lo vean a uno dormido, hasta babear. Eso se reserva para los que son de mucha confianza. ¿O es que usted con cuántas se ha arrunchado así?
—No, pues tiene razón. Eso de dormir al lado de alguien ya es otro nivel.
—Y súmele que ella tuvo la delicadeza de dejar Two and a Half men, que los tenía grabados de DIRECTV. Las temporadas bacanas, las de Charlie Sheen. Ella sabe que esa serie me gusta mucho.
—¿O sea que se quedó ahí, viendo esa vaina mientras ella dormía al lado?
—Y duerme divinamente. La desgraciada tiene clase hasta para eso. Bitch.
—Nooooo Andrés, usted lo que está es llevado de la traga. Lo perdimos. ¿Y sin darle medio besito?
—Pues es que no le he contado todo. Cuando ella se despertó, me miró con toda la ternura del mundo, me besó y, pues… marica, ella sola, yo solo, el apartamento solo…
—No jodás. ¿Por fin se comieron los dulces? ¿Compartieron lonchera?
—Pero como de 3 recreos seguidos. Y creo que descansó un montón porque estaba muuuuuy enérgica.
—JAJAJAJA, no le creo. Y usted bravo.
—Pues imagínese, yo tenía que ser el más aguantador. Lo dejé todo en la cancha.
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En medio de sus dichosos partidos de tenis, sonó el teléfono de Angélica y ella contestó a pesar de las protestas de Andrés. Era uno de esos amigos que se habían ofrecido a recogerla. Y por lo que Andrés logró entender escuchándola hablar, el tipo le estaba haciendo reclamos por no avisarle que llegó para ir a recogerla.
—No Iván, no había necesidad de que me recog… pero… En serio Iván, no hay problema. Yo llegué bien, me vine al apartamento a descansar porque tengo que recoger a mi hermana esta noche. (…) No, no te preocup… Tan lindo, Iván, en se… pero no te preocupes, yo la voy a recoger, vamos con mi tía… No te vengas para acá qu… Iván… ¡Iván! —hablándole a Andrés— Juemadre tipo este, me colgó. Como que viene para acá. Ay Andresito, tocó vestirnos. Él no sabe que tú y yo estamos saliendo y no quiero que arme chisme. Porfa no vayas a decir nada, que él es medio intenso y chismoso. Yo trato de zafarlo, ¿sí? ¿me perdonas?
—¿Luego usted conoce al tal Iván ese? —le pregunté a Andrés.
—Seeeeeeh. Un tipo re intenso, por ahí lo he visto tuiteándole a Angélica. Súper perdedor.
—¿Y usted qué hizo?
—¿Pues qué iba a hacer? Me vestí y me fui para la sala. Y al rato llegó el pendejo este. Y se le nota un resto la traga por Angélica, el tipo bota la baba y se ofreció a llevarla al aeropuerto. Eso sí, me miraba como un jopo.
—Obvio, el man debía pensar que por su culpa es que ella no le daba ni la hora.
—Jajaja, pues en algún momento que el man entró a la cocina a hablar con la tía todo integrado, ella me hizo señas de que por favor la ayudara a zafarlo y a decir que yo las llevo al aeropuerto. Cuando el man volvió hice eso y ella me llevó la idea.
—Y por fin el man entendió y se fue –le dije convencido.
—¡NADA! Pues el tipo es tan imbécil que dijo que iba con nosotros. Así que terminé llevando a Angélica, la tía, la perrita y al pendejete este al aeropuerto. Parecíamos montañeros, como 20 yendo a recoger a la niña al aeropuerto. Paseo de olla.
—Ay no le creo, jajajaja. Marica, Andrés, usted es muy tarado. Yo no habría dejado que el man se fuera con ustedes.
—¿Y es que usted piensa que no lo intenté? Le dijimos de todo: que no cabía por la cantidad de maletas, que por la hora. Angélica hasta le digo que qué pena conmigo. Solo le faltó decirle en la cara que era muy perdedor. Pero es de esas personas que se agarran de cualquier cosa para seguir, haga de cuenta un niño chiquito agarrado de la pierna de la mamá, llorando y gritando NOTEVAYASSSSPORFAVORRRRR.
Finalmente recogieron a Luisa, la hermana de Angélica, y regresaron los 5 más la perrita al apartamento. Andrés los dejó a todos, se despidió de Angélica y ella, ocultando su cuento tórrido con Andrés, se despidió de él como una amiga más, aunque antes de que él se subiera al carro se le acercó y le dijo casi en secreto «Perdona Andresito. Mi hermana no sabe que tú y yo… bueno, tú me entiendes. Después te explico bien».
Andrés se fue, pensando en si sería capaz de seguir con Angélica en secreto. Pero ya todos sabemos la respuesta: Obviamente él prefería ser el tinieblo, que tan solo el amigo, ni tarado que fuera. Ese fin de semana no se vieron, pero el lunes ella lo llamó para que la visitara en su apartamento.
Continúa acá… (como siempre, les dejo el soundtrack de la semana)
Sí, continuará. Es una historia larga, no me odien por eso, culpen a Andrés.
Y bueno… finalmente escribí la continuación, los que me leen desde hace rato conocen las historias de Andrés y “Le pasó a un amigo”. Muchas gracias a todos los que han estado pidiendo esta continuación y por tener paciencia. Creo que La Tenista 4 ya es el final de verdad verdad.
Muchas gracias también a la gente que ha reportado “sintonía” desde Singapur, Washington, Melbourne en Australia y Lingen en Alemania.
Como algunos quizás han notado, estoy haciendo contenido más seguido, nuevas historias de Andrés, entradas sobre Marca Personal, mi Newsletter (los Marmogramas), mi Podcast y en mis Redes Sociales. Ando fortaleciendo mi programa Like A Pro, de entrenamiento para Marcas Personales, y eso me tiene contento.
Así que por ahora solo me resta súper recomendarles que se suscriban a los Marmogramas, que es donde más les cuento sobre las promociones y entrenamientos que planeo sacar. Eso es todo por ahora.
Hasta el otro martes, en el blog, hasta más tardecito en redes sociales.
¡Chau!
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