Quizás lo más incierto en la historia de la humanidad es la existencia de la ética de los influenciadores. Ya se comprobó la existencia del Bosón de Higgs y de la anti-materia.
El problema con los influenciadores es que “cualquiera” puede serlo, no hay necesidad de estudiar para eso, no hay formación “estándar” para ser influenciador, aunque deberíamos tomarnos en serio ese tema, sobretodo los que pretendemos vivir de ello. Puede que no sea una profesión, pero es una dedicación. Y como todo en la vida, mientras mejor lo hagamos, más profesionales seremos y mejor podremos cobrar.
La ética de los influenciadores va desde no aceptar cualquier campaña; como dicen @solano y @mauriciojaramil, uno no debería aceptar una campaña que no haría gratis. Es decir, no vender la opinión a una marca solo porque nos paga por ello. La integridad y la coherencia son clave. Si nos vendemos como veganos, que no nos vean comiendo pescado. Es lo mínimo.
Pero algo que también debemos tener muy presente es cobrar lo justo. No es ético cobrar de más y abusar de los clientes que no conocen de la industria (sean marcas comerciales o sean agencias), y no engañar, el popular “vender humo”. Si hacemos cualquiera de estas dos, a la larga nos tiramos el mercado, porque todo se sabe. O las marcas dirán que pagaron un montón de plata para no ver resultados, y pues no vuelven a pagar influenciadores. Simple.
Así como está mal cobrar de más a una marca (o vender humo), también está mal cobrar de menos; debemos aprender a cobrar lo justo.
Y tampoco debemos regalar el trabajo. Yo creo que los que engañan a sus seguidores vendiendo cosas en las que no creen, o los que regalan las publicaciones porque sí, no valoran a sus audiencias, o no las respetan. Quizás han comprado seguidores, lo que explicaría todo.
Las marcas no nos pagan por hacer un tweet o subir una foto a Instagram. Eso es fácil y no toma dos minutos. Las marcas nos pagan por nuestras audiencias y credibilidad, y esas sí nos demoramos mucho construyéndolas.
Pero hay muchos otros que nos hemos ganado los (muchos o pocos) seguidores a pulso, a punta de publicaciones. Los que nos siguen es porque nos leen, o porque les interesa lo que tenemos que decir. No juzgo al que lo haya hecho: yo he regalado muchas publicaciones porque quien me lo pide es mi amigo, porque me cae bien, o porque sé que más adelante me va a llamar a otra campaña. Ese es capital social que tiene la agencia o persona, y que se puede gastar con campañas gratis. Pero si no es el caso, creo que es nuestro deber y derecho, como influenciadores, pedir una compensación económica, o al menos en productos o servicios que me interesan. Ver una serie o película tres horas antes que el resto de mortales solo es interesante si es una serie que uno muere por ver. Y ya se acabaron Game of Thrones, Star Wars y Avengers. Lo mismo sucede con el merchandising. Si me vas a regalar algo, que sea útil.
El canje es perfectamente razonable, pero no deberíamos aceptar cualquier cosa. Hay campañas en las que ofrecen canjes que, francamente, solo sirven para llenarse de polvo en la casa. No más mugs, por favor. Al menos denme un plato sopero y cubiertos para completar la loza.
Director Ejecutivo de TrendHouse Influencer Marketing.