Mientras algunos creen que el éxito es sinónimo de trabajar hasta quedar con ojeras de mapache (yo era de esos, por lo de workaholic, no por lo de mapache), otros, los más pilos, han descubierto que se puede tener éxito, trabajando menos.
Y no, no es magia negra, son hábitos.
Este listado me lo encontré en inglés y me pareció buenísimo. Yo, que soy tan querido, te lo dejo acá en español.
Aquí están los hábitos.
1. Festejan como si hubieran ganado el Mundial (hasta las pequeñas cosas)
Para ellos, no todo es “la gran meta”. ¿Mandaste ese correo que llevabas días posponiendo? ¡Celebreishon! ¿Te levantaste temprano sin padecer? ¡Medalla de oro y champaña!
Las micro-victorias son su gasolina, porque saben que a lo grande se llega paso a paso. Así que dale, brinda por ese pequeño logro.
Cuando trabajaba en mi agencia (tuve agencia de marketing), celebraba yéndome a tomar una malteada de macadamia.
2. Duermen, como si no les tocara madrugar
Empezando porque no se dicen “me toca madrugar”. No lo ven necesariamente como una obligación.
Es 2025 y todavía hay gente que se enorgullece de dormir tres horas. 🤦♂️ ¿Es en serio?
Estos cracks hacen lo contrario. Ellos saben que si no recargas tu cerebro, terminas tomando café a las 9 PM y preguntándote por qué la vida es una agonía.
Hace unos años, recién me independicé, pensaba que por trabajar más tendría mejores resultados. Trabajaba los 7 días de la semana, no socializaba. Iba a visita familiar y me perdía la charla por andar con el computador abierto. Hasta que, por accidentes de la vida, empecé a descansar los fines de semana. Me sentía súper culpable, pero con el tiempo noté que estaba siendo más productivo trabajando menos tiempo, paradójicamente.
Dormir no es un lujo, es un hack de productividad.
Así que ve por esas 7-8 horas y deja de exhibir con orgullo esas ojeras. 🛌
3. Se acuerdan de quiénes son (o lo intentan)
No todo es trabajo. No eres tu trabajo, y ellos lo tienen claro. Los hobbies, los amigos, ese reality que no quieres admitir públicamente que ves… todo eso cuenta.
Si tu único amigo es Excel, luego no sabes ni qué te gusta y terminas llorando frente a un informe a medio hacer.
4. Delegan (aunque les cueste soltar el control)
Lo sé, delegar es absurdamente difícil, para los perfeccionistas como yo.
Pero aceptémoslo: no podemos con todo. Y si en teoría puedes, probablemente lo estás haciendo mal. Delegar no es pereza, es estrategia.
Olvida ese “si lo hago yo queda mejor” y deja que alguien más lo intente. Quién sabe, hasta podrían sorprenderte. O al menos darte tiempo para almorzar. (Gracias Claudia, si lees esto, por ayudarme con tanta tarea).
5. Organizan su día para no volverse locos
¿Te ha pasado que llegas al final del día y no sabes qué hiciste pero estás rendido?
A estos cracks no. Ellos estructuran su día como quien arma un Tetris, con espacio para trabajar, descansar y perder el tiempo con propósito. 📅
Ahora, acepto que yo aún no soy tan bueno en esto.
6. Saben decir “no” sin sudar frío
Uy Dios, creo que esto es lo que más cuesta aprender.
Pero hay cosas que uno simplemente no está interesado en hacer. La diferencia es que ellos lo aceptan y no se sienten mal por decirlo. Aprendieron que “no” es una frase completa, y que nadie se muere por escucharla.
Practícalo: “No, gracias. Estoy ocupado recuperando mi salud mental.”
7. Se acuerdan de dar las gracias (aunque sea al que les sirve el café)
La gratitud no es solo para subir historias a Instagram el día de Acción de Gracias. Agradecer –sinceramente– es el superpoder de quienes saben disfrutar lo que tienen mientras van por más.
Piensa, ¿quién merece tu “gracias” hoy? 🙏 Díselo.
8. Trabajan menos, pero logran más
Ellos no están en el club de “mira cuántas horas trabajé”, ni de pensar que el informe más largo es el mejor.
Para ellos, lo importante es lo que logras, no cuánto tiempo te sentaste frente a la pantalla. Seamos honestos, el “presencialismo” no paga facturas.
9. Automatizan todo lo que pueden
¿Por qué hacer manualmente algo que una app puede hacer por ti?
Ellos usan la tecnología como su asistente personal. No les sorprendas organizando hojas de cálculo a mano, porque eso es para los años 90. 🤖
Y más ahora con la Inteligencia Artificial. Te sorprendería la cantidad de tiempo que ahorro gracias a todas esas herramientas. Sin ir más lejos, este artículo me lo ayudó a hacer Marley, mi asistente de IA. Te lo comparto, es gratis.
No te cuento todo lo que me ha cambiado la vida desde que empecé a usarlo, porque no termino nunca.
Peeeeero, pero pero, lo voy a enseñar todo en un Taller de Productividad con Inteligencia Artificial, que dictaré del 10 al 13 de febrero. Es virtual. Si te interesa, inscríbete ya mismo. No procrastines eso, que te va a servir enormemente.
10. Siguen aprendiendo (aunque ya sean duros en lo que hacen)
Para ellos, el éxito no es “llegar”. Es seguir creciendo. Siempre están leyendo, probando cosas nuevas o preguntándose: “¿Cómo hago esto más fácil?”. Porque los que se quedan quietos, terminan fuera del juego. 📚
Te confieso que el año pasado fue de los que más he aprendido en toda mi vida, y así mismo ha sido en el que más resultados he obtenido. Aparte, aprender te motiva un montón.
11. Se mueven (literalmente)
Un cuerpo sedentario es un cerebro lento. Hacen ejercicio, caminan, o al menos no se quedan pegados a la silla todo el día.
Desde que supe que al hacer ejercicio le envías sangre al cerebro, hago más pausas activas en el día. Y puedo dar fe de que sirve mucho.
No es cuestión de verte como modelo de gimnasio, es de que tu cabeza funcione mejor. 🏃♀️
12. Cultivan relaciones que suman
Los más productivos no pierden tiempo con gente que les drena la energía. Invierten en amigos, colegas y personas que los retan a ser mejores. Es el clásico “Dime con quién andas, y te diré si necesitas terapia.” 👥
13. Se toman descansos como si fuera su religión
No trabajan hasta quedar como zombis. Toman pausas estratégicas para recargar energías, y sí, a veces esos descansos son un Netflix and chill, sin culpa. 🌴
Yo aplico la técnica Pomodoro. La vieja confiable.
14. Se autoevalúan sin drama
Ellos reflexionan sobre lo que hacen, no para darse palo, sino para mejorar. No es de darse látigo, es de preguntarte: “¿Cómo puedo hacerlo mejor la próxima vez?” Y luego, aplicarlo, claro.
Ahí tienes los hábitos de los cracks que trabajan menos y logran más. La clave está en cambiar el “trabaja más” por el “trabaja mejor”. Ahora, si me disculpas, voy a celebrar que escribí esto con un café (y una siestita).
Ah, pero antes. Te super recomiendo de nuevo el Taller de Productividad con IA. Es de esas cosas que te puede cambiar la vida. Además, no es broma, la Inteligencia Artificial es algo que nos va a afectar a todos. Literalmente.
Si puedes aprender desde ya, empiezas ganando.
Marmota.